Era una noche entre las épocas de la rica tarikaya (tortuga de río) cuando surgen a las playas de los ríos en las cuales habitan estas bellas criaturas. Mi hermano y yo solíamos ir en busca de los nidos que dejaban estas tortugas porque sus huevos eran un platillo exquisito en nuestra comunidad. Alojados en el departamento de Ucayali en una parte hermosa de la Selva. Recuerdo que salimos como a las dos de la tarde rumbo a las enormes playas que abundan en ese majestuoso río. Transcurrió el tiempo y la noche se nos vino encima tan rápida como una ráfaga de luz en plena lluvia (rayo); era muy tarde cansados de andar de un lado a otro con el objeto de toparnos con uno de esos gloriosos nidos, entre pausa y pausa escuchábamos un silbido muy peculiar que reconocíamos desde que teníamos uso de razón era el famoso difunto (Tunche) lo gracioso de este ser que muchos dicen haber visto como una especie de fantasma cubierto de una manta blanca flotante es que se encontraba solo, se escuchaban grupos de ellos silbando como si hicieran un canto o culto.
Era algo armónico pero mi hermano y yo no tuvimos miedo seguimos haciendo nuestro trabajo como si jamás hubiésemos escuchado absolutamente nada. Pasaron horas y ellos seguían ahí entre nosotros no veíamos nada pues aunque la luna nos guiaba a través de su reflejo luminoso escaso nos era imposible visualizar mucho a nuestro alrededor, con linterna en mano que no era de gran ayuda mas que para nuestra labor.
Tiempo después escuchamos una nueva melodía muy distinta a las que mencione líneas arriba, era el conocido El maligno (Tunche Maligno), cuenta la leyenda que este ser es un demonio encarcelado por sus penurias y maldades que para lograr liberarse debía capturar cierta cantidad de difuntos para poder saldar su deuda con su opresor. Mi hermano y yo como palomillas (graciosos) que éramos decidimos imitar a este ente que se oía muy lejos de nuestra presencia. Dicen que es malo imitarlos pues sienten como si serían un centro de burla por ser temidos por todos. Fue el primer intento por parecernos a él con un pequeño silbido hicimos que se acercará no menos de cien metros de nosotros, el cuerpo se nos estremecía la adrenalina subía y me temblaba el cuerpo, en el segundo intento se acerco poco menos de cincuenta metros por lo cual ya no decidí volver hacerlo mientras cavábamos un pequeño refugio donde pasaríamos la noche El maligno seguía con su ritual silbido no poco de treinta metros cuando de pronto mi hermano decide imitarlo por tercera y última vez ingresamos al refugio tapados hasta el cuello y mirando al cielo, se detuvo el silbido por un momento para luego poder visualizar que sobre nosotros se encontraba una especie de espectro negro flotando, la luna mostraba su capa como un velo negro muy negro sin rostro lo recuerdo muy bien estuvo sobre nosotros como cinco minutos quizá buscando al imitador que lo estaba vacilando, rezábamos sin parar pues nos moríamos del miedo se encontraba allí en el aíre buscándonos...!
Fuente : Julio Reátegui Reátegui
By Dick Díaz Delgado