Entre caricia y risas fuimos entrando en la onda, mientras miraba sus suaves y carnosos labios me volvía como loco por tenerlos; susurraba a su oído mientras mi respiración se aceleraba des considerablemente, era de esperarse. Sólo pregunte puedo robarte un beso, obteniendo como respuesta un haber inténtalo.
Me atreveré a decir que lo hice de la mejor manera a mi parecer, sin embargo no fue así, me aleje de ella porque sentí una especie de negación; que sucede me dije, entonces escuche su suave vos decirme, ¿qué, así besas? fue el momento más espantoso de mi vida, pues ha decir verdad fue la única que me dio tremenda crítica.
Me quede helado y perplejo, quería que la tierra me tragase junto con cada mínima molécula de mi ser; a partir de ahí era toda una anécdota recordarla con ella ésta grande experiencia la llamábamos los besos de caracol. Retomando el contenido de ese momento tan inusual, ella atrevió a decir ven te mostraré como se hace, y vale que tenía razón junte mis labios junto a los de ella, y fue mucho más fantástico que en la primera ocasión, desde ahí sus labios se volvieron mi vicio más necesario...
Si se lo que estas pensando, cometí un error al besarla, no porqué en si era un error sino porque era prohibida. Recuerda ella estaba de enamorados con un joven de su ciudad llamado Raphael, me sentí culpable pero feliz de tenerla entre mis brazos cogida de la cintura para no dejarla ir tan fácilmente, después de todo yo la amaba.
Seguimos riendo sin más que necesitar el uno del otro que abrazos y besos de intermedio, mire el reloj; ella tenía que regresar a casa de su enamorado, pues habían quedado salir a pasear, era alrededor de las 10:00 p.m. no había excusa que dar.
Fui a dejarla, la vi bajar y sentí una tristeza desgarradora en el alma, que no permitía verla ir... Pero tenía que ser así; al volver a mi casa le envié un mensaje, despidiéndome de ella y dándole las gracias por tan maravillosa noche. Pero la culpa en mi cabeza no me dejo dormir!